La medicina en la naturaleza

Dado que estamos integrados en la biosfera, nuestra supervivencia depende del entorno natural que nos rodea, y es en esa conexión donde encontraremos todos los elementos para mantenernos correctamente nutridos, sanos y en armonía. Esto ya lo sabían nuestros antepasados, que estaban muy relacionados con la tierra y las virtudes de sus plantas. Fueron las experiencias de nuestra civilización, como la revolución industrial y síntesis química de elementos tomados de la naturaleza, las que produjeron un quiebre en la transmisión  de conocimientos sobre cómo mantenernos saludables con los recursos que el planeta nos provee.

Basta mirar a nuestro alrededor para saber que tanto mar, tantas plantas, tanta tierra, están puestas ahí con un sentido generoso, más allá del alimento. Cuando pensamos en vivir en equilibrio, esta reflexión inevitablemente nos relaciona con el planeta y sus seres vivos.

Dentro del follaje natural, las “Plantas Medicinales” se presentan como protagonistas. Solo necesitamos recordarlas, redescubrir esa sabiduría milenaria que sabe reconocerlas y aprovechar sus propiedades, ya que en conjunto, completan el botiquín que el hombre necesita para curarse. Entre ellas encontramos excelentes propiedades desinflamatorias, analgésicas, antibióticas, funguicidas, antivirales, expectorantes, regeneradoras, desinfectantes y mucho más. Además de su abundancia, colorido, propiedades aromáticas y culinarias.

El agua nació con nosotros, nos rodea y fluye siempre cerca de nuestro hábitat. De esta nace la “Hidroterapia”,  procedimiento terapéutico que consiste en el tratamiento natural del cuerpo con agua. Puede contribuir a la curación y prevención de diversas enfermedades a través de la presión ejercida sobre el cuerpo mediante baños simples, parciales o completos de agua, a veces con fuertes chorros en algunas regiones de este. Estas acciones localizadas con agua a temperaturas variadas, actúa reforzando el metabolismo, el sistema nervioso y la circulación sanguínea.

Así también, el mar, con toda su inmensidad y fuerza, tiene una composición muy similar a la que tienen nuestro plasma sanguíneo, nuestra agua. Un baño de mar es capaz de neutralizar las cargas y polaridades de nuestro cuerpo que se  manifiestan cuando estamos frente a un desequilibrio en la salud, como dolor, inflamación, stress, tensión muscular, etc. La llamada “Talasoterapia” ocurre por medio de la absorción osmótica, donde el flujo del agua penetra al organismo por difusión, desde zonas donde se encuentra relativamente pura, con baja concentración de sales, a zonas donde se encuentra con alta concentración, a través de una membrana semipermeable. El resultado final es el equilibrio de concentraciones entre los dos medios. La temperatura a más de 37º C facilita este proceso de osmosis y renovación. El agua del mar posee todos los elementos de la tabla periódica, es decir, tiene un enorme potencial vital, ya que concentra en forma activa el total de los elementos que necesitamos para nuestra vida terrestre. Por lo tanto, al entrar en contacto con el medio marino, nuestro cuerpo se nutre, absorbiendo para sí, todas las riquezas de nuestro planeta y, conjuntamente, purifica y renueva su propio plasma.
Estamos rodeados de tierra y esta también es medicina. Con ella se realiza la “Fangoterapia”, tratamiento medicinal efectuado por la mayoría de las civilizaciones que vivieron alrededor de volcanes, lagunas o mares. Esta une dos elementos, la tierra y el agua, como métodos de sanación. La clave del barro la proporcionan los minerales que contiene y su aporte de agua. Uno de sus mayores beneficios es la capacidad de activar la circulación sanguínea, movilizando el agua corporal cuando hay retención de líquidos y entregando un asombroso poder de absorción. El barro “chupa” todo elemento tóxico que pueda contener radiaciones negativas, siendo además un elemento vivo que transmite a nuestro cuerpo sus propias energías, ayudando a reactivar y estimular las funciones naturales del mismo, por lo que los baños de fango son revitalizantes, aunque no haya ninguna dolencia a tratar. Entre sus muchas propiedades, podemos destacar las siguientes: desinflamatorias, refrescantes, absorbentes, descongestionantes, purificantes, antisépticas, cicatrizantes y calmantes. Estas propiedades se dan a nivel superficial o sobre los órganos internos como  riñones, hígado, estómago, etc.

Así también, cuando nos enfrentamos a nuestra nutrición y conocemos más de ella, podemos reconocer también en el “alimento” una medicina. Dentro de los nutrientes naturales provenientes de la tierra, están las cualidades más complejas y activas que requiere el ser humano para su salud. En una alimentación conciente e informada, podemos encontrar un gran apoyo medicinal a nuestras afecciones, alimentándonos no solo para un cuerpo, sino para un ser íntegro, saludable, espiritual y único. Entonces, la invitación es a mirar a nuestro alrededor, a la simpleza de la tierra y reconocer la riqueza que ella nos proporciona. Ahí encontramos todo, no sólo el refugio, sino el recurso para mantenernos en equilibrio…volvamos a estas técnicas y recordemos que la naturaleza lleva medicina adentro.

EQUILIBRIO: Depende de nuestro planeta

Plantas Medicinales: Invitación a reconocerlas, apreciarlas y emplearlas

Revista Olmué Vive. Artículo invierno 2010.